21 ago 2011

Esa noche...



Era una noche oscura, de esas que ni las propias estrellas
podían emitir su fuerte luz
y la luna estaba desvanecida por algunas nubes
que tapaban toda esperanza de luz.
¿No había nada de luz o tal vez era yo que no tenía luz?
No lo sé, estaba sola en mi casa sin nada que hacer
y las dudas y la melancolía empezaron a surgir en mí.
Me sentía sola como un árbol en otoño cuando pierde las hojas,
tan fría como cuando el polo, en invierno, se tapa de hielo.
No había nada que hacer esa noche de verano
perdida frente al inmenso mar...
mi casa que tan solo queda a cinco pasos de la playa
parecía haber perdido la forma,
no había dormitorios ni ventanas, ni baños, ni puertas,
ni cocina...parecía una enorme cueva en la que solo estaban
mis recuerdos, mis olvidos, mi pasado y yo.
Nos encontramos a solas y no había forma de
escapar de aquel lugar que me enloquecía lentamente...
Las olas tapaban todo ruido aparente,
lo único que se escuchaba esa noche era ese ruido,
ese ruido que era ensordecedor.
Claramente escuchaba como cada ola rompía en el final de su viaje,
yo podía escuchar como cada ola me hablaba,
como cada ola pretendía recordarme mi pasado,
ese pasado que yo no quería olvidar.
No aguantaba más, no quería pensar más, quería escaparme de mi vida.
Me adormeció el miedo, me apagó el sentido de la vida,
ya ni siquiera podía dejar de pensar.
Traté de dormir y el sueño no llegó,
las preguntas en mi mente lo reemplazaron.
Tenía que salir de ahí, me tenía que escapar de mi propia mente
porque si no imposible resistir la gran presión que tenía.
Salí de mi casa y recorrí lentamente los cincos pasos más largos de mi vida,
para poder con mis pies descalzos tocar la cálida arena.
Llegué ahí, y miré, no sé cómo ni por qué esa noche cambió:
ahora la noche era clara, tan clara que la luna reflejaba su blanco pálido
en las aguas oscuras del mar,
las estrellas se veían con todos sus miles de colores.
Me senté en la arena cálida, prendí un cigarrillo y miré lo profundo.
Corría un suave viento, que acariciaba la piel.
Mis recuerdos se borraron. A lo lejos se veía una poco de fuego,
y a través del ruido del mar se escuchaba una dulce melodía…


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